Peeta: El Panadero #1 Capítulo III Viaje sin regreso

La velocidad del tren me deja mareado, poco a poco me voy acostumbrando. Nunca antes he viajado en tren y este es uno de los modelos de alta velocidad del Capitolio, nuestro viaje al Capitolio nos llevara menos de un día.

En el colegio nos dicen que el Capitolio fue construido en un lugar llamado las Rocosas y el distrito doce esta en los Apalaches, y de nuevo todo vuelve al carbón. Todo lo que nos enseñan en el colegio está enfocado hacia el carbón, sus usos y todo lo demás, aparte de un poco de matemáticas básicas, a leer y escribir y nada más.

El tren es muy elegante, cada quien tiene su propio dormitorio con su baño privado y un vestidor. Hay cajones llenos de ropa nueva y mi única obligación es presentarme para la cena, después de algunos minutos tumbado en la cama no puedo soportar estar sin hacer nada y salgo de la habitación para vagar por los pasillos del tren. Encuentro a Haymitch por los pasillos y lo único que puedo entenderle de lo que me dice es que va a echarse una siesta.

Encuentro un vagón que está pensado para ver el paisaje, las paredes de ambos lados y el techo están hechos de cristal. Paso unos minutos mirando árboles y más árboles pensando en la libertad que he perdido. Tal vez podría romper una de aquellas grandes ventanas y ser libre de nuevo, me acerco y acaricio el cristal, parece muy resistente y debe de serlo para que ningún tributo asustado pueda huir.  El cristal está totalmente limpio, me pregunto si alguna vez un pájaro habrá cagado sobre su reluciente superficie o quizás tengan algún truco para que eso no ocurra.

Salgo del vagón y sigo mi recorrido, centrándome en caminar y sin pensar en nada más. Termino sentado en el comedor esperando la cena, es un lugar con paredes de madera, hay una mesa grande en medio en donde reposan los platos. Tomo uno y parece algo frágil, lo devuelvo a su sitio para no terminar rompiéndolo.

Después de unos largos minutos finalmente llego Effie Trinket arrastrando a Katniss tras ella.

Katniss lleva una camisa y unos pantalones verde oscuro. Lleva una especie de insignia prendida de la camisa, es un pequeño pájaro dorado rodeado por un círculo. Parece un sinsajo pero no estoy seguro, no sé mucho de pájaros por no decir nada. Recuerdo la historia que me contó mi padre de los sinsajos, los sinsontes, los rebeldes y el capitolio pero pierdo el hilo de pensamientos y solo queda una cosa en mi cabeza y es lo bella y hermosa que es ella. Hago un esfuerzo por no mirar sus ojos grises más que solo unos segundos.

— ¿Dónde está Haymitch? — Pregunta Effie con su inconfundible tono alegre sacándome de mi mundo perfecto a la pesadilla.

— La última vez que lo vi dijo que iba a echar una siesta — Respondo.

— Bueno, ha sido un día agotador — comenta. Parece un poco aliviada.

La cena empieza con una zopa de zanahorias, ensalada verde, chuletas de cordero y continua con puré de patata, queso, fruta y una tarta de chocolate. Como cuanto me ponen delate porque nunca había visto tanta comida en un solo lugar excepto pan y no podía comer cuanto quisiera. Effie nos recuerda que tenemos que dejar espacio porque todavía hay más, pero ella no sabe lo grande que puede llegar a ser mi estómago. Trato de disfrutar cada bocado todo lo que puedo porque podría ser el último y viendo todo lo que nos ponen delante confirma que ellos piensan lo mismo.

— Por lo menos tenéis buenos modales — Dice Effie. — La pareja del año pasado se lo comía todo con las manos, como un par de salvajes. Consiguieron revolverme las tripas. —

No recuerdo haber conocido a los dos últimos tributos del doce más que solo de pasada, aunque creo haber cruzado un par de palabras con el chico. Eran de la Veta y lo que si recuerdo son sus muertes. Solo tengo una palabra resonado en la mente “Salvajes” eso es lo que ella piensa. Nosotros somos obligados a luchar a muerte mientras ellos miran desde la seguridad de sus casas en sus televisores con los estómagos llenos y nosotros somos los “Salvajes”.

Siento como la ira se apodera de mí y quiero gritarle todo lo que pienso de ella pero me llenó la boca de comida para no decir nada. Quisiera golpear a alguien pero para eso tendré que esperar hasta estar en la arena porque Haymitch no aparece por ningún lado. Al final solo puedo sentir vergüenza ajena por esta mujer.

Cuando termina la comida estoy a punto de reventar, he comido como nunca en toda mi vida y temo tener que vomitar por haber sobrepasado mi límite. Nos dirigimos a otro compartimento que es como una sala grande con sillones y un gran televisor en donde vamos a ver el resumen de las cosechas en los doce distritos que han estado celebrándose a lo largo del día, pero quien sino los habitantes del Capitolio son los únicos que podrían verlo, ellos no tienen que participar.

Vemos las demás ceremonias una a una, los nombres, las lágrimas, las despedidas, los que se ofrecen voluntarios y los que no, que son los que abundan más. Examino las caras de los demás tributos y quizás esa expresión en su rostro de sorpresa y miedo es la misma que ellos verán en el mío. No puedo pensar en ellos como enemigos excepto por los voluntarios de uno al cuatro que han sido entrenados toda su vida para matar. Lo que más me conmueve es cuando en el distrito once eligen a una chica de doce años como tributo, es muy pequeña pero su compañero hace que los demás tributos parezcamos muñecos en comparación.

Al final aparece el distrito doce: Cuando eligen a la hermana de Katniss y ella corriendo para ofrecerse como voluntaria, sube al escenario y veo el saludo que no vi aunque estaba hay entre la multitud, las personas se llevan los tres dedos centrales de la mano izquierda a los labios y después señalan a Katniss. Es un gesto antiguo de nuestro distrito que se utiliza de vez en cuando en los funerales para dar las gracias, de admiración y de despedida a un ser querido. Después veo como Haymitch grita a la multitud y hacia la cámara borracho y cae del escenario y todo el mundo se ríe. Luego soy elegido y subo al escenario, saludamos y termina la ceremonia.

— Vuestro mentor tiene mucho que aprender sobre la presentación y el comportamiento en la televisión. — Dice Effie.

— Estaba borracho — Respondo riendo. — Se emborracha todos los años —

— Todos los días — Añade Katniss riendo, es la primera vez que oigo ese agradable sonido provenir de ella.

— Si, que raro que os parezca tan divertido a los dos. Ya sabéis que vuestro mentor es el contacto con el mundo exterior en estos juegos, el que os aconsejara, os conseguirá patrocinadores y organizara la entrega de cualquier regalo. ¡Haymitch puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte! — Dice Effie y tiene razón, Haymitch es quizás la única persona capaz de ayudarme a mantener a Katniss con vida en la arena.

En ese momento entra Haymitch tambaleándose en el compartimiento.

— ¿Me he perdido la cena? — pregunta, después se vomita en la alfombra y se cae encima de su porquería.

— ¡Seguid riéndoos! — Exclama Effie, levantándose de un salto y rodea el charco donde esta tirado Haymitch perdiéndose por el pasillo. Inmediatamente me golpea el olor a vómito y alcohol, quisiera irme tras Effie para no vomitar la cena pero sé que tengo que apretar los dientes y ayudar a Haymitch, no puedo dejarle hay tirado por mas borracho y vomitado que este. Tengo que hablar con él a solas, aunque ahora no es buen momento.

Ella me mira a los ojos y sé que ha llegado a la misma conclusión que yo, una vez en la arena la única ayuda que recibamos provendrá de él nos guste o no. Nos levantamos de nuestros asientos y ayudamos a Haymitch a ponerse de pie.

— ¿He tropezado? —  Pregunta el. — Huele mal. —

Trata de limpiarse la cara pero lo único que logra es mancharse más.

— Vamos a llevarte a tu cuarto para limpiarte un poco — le digo a Haymitch.

Lo llevamos de vuelta a su compartimento medio a rastras. Como está muy sucio y lleno de vomito lo metemos en la bañera y abrimos la ducha. Katniss pone una cara de asco que supongo es de solo pensar en la idea de bañar a Haymitch.

— No pasa nada.  Ya me encargo yo — Le digo.

Ahora su cara solo refleja agradecimiento. Esta sería una buena oportunidad para hablar a solas con él, pero esta tan borracho que ni siquiera sabe cuál es su nombre y no podrá recordar nada de lo que tengo que decirle. En fin será en otra oportunidad.

— Vale, puedo enviar a una de las personas del Capitolio a ayudarte — Me dice Katniss, he visto muchos ayudantes por todo el tren pero no necesito ayuda y no soporto estar mucho rato cerca de esas personas así que respondo:

— No, no las quiero — Ella asiente y sale de la habitación.

Después de quitarle la ropa y arrojarle tanto jabón, champú y agua que al fin logro quitarle el olor a vomito. Lo saco de la bañera, envolviéndolo en una toalla y lo llevo hasta su cama, tiro sobre él una par de sabanas y lo llamo varias veces pero es como si estuviera muerto.


Salgo de su habitación y vago por los pasillos de los vagones hasta que termino sentado en uno de los muebles del vagón con paredes de cristal admirando el cielo negro con algunas de sus estrellas. No quiero ir a dormir tan temprano porque estoy seguro que una vez cierre los ojos empezaran a llegar nuevas pesadillas y mucho peores que las que he tenido hasta ahora. Cuando ciento que esto casi a punto de quedarme dormido en el sillón salgo del vagón me voy directo a mi compartimento, me doy un baño rápido con agua fría que me hace sentir como si estuviera en casa y me meto bajo las sabanas.



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