Peeta: El Panadero #1 Capítulo V El Beso
Después de que me lavaran como si fueran a comerme y untaran con sustancias asquerosas, viscosas y babosas. Incluso me arreglaron las cejas. Estoy vestido con una sencilla malla negra de cuerpo entero que me cubre del cuello a los tobillos, con unas botas de cuero brillante. El traje posee una capa que ondea al viento con franjas naranjas, amarillas y rojas. Portia me dice que cuando llegue el momento le prenderá fuego a mi traje y al de Katniss. A lo largo de los años trabajando en los hornos he sufrido todo tipo de quemaduras y estoy seguro de que no quiero morir quemado porque a dos estilistas locos se les ocurrió prendernos fuego como si fuéramos carbón y convertirnos en antorchas humanas. Ella me asegura que no voy a morir quemado y que el fuego es totalmente inofensivo porque fue creado por ella y el estilista de Katniss. Solo me convence cuando ella se coloca un guante del mismo material de mi traje y le prende fuego, se pueden ver las llamas muy claramente y esta increíble.
Un momento después me llevan con Katniss, lleva un traje idéntico al mío, pero a ella le sienta mejor, se ve muy bien. Con ella está su estilista Cinna y su equipo de preparación. Nos llevan al nivel inferior del Centro de Renovación, que es gigantesco. La ceremonia inaugural ya casi va a comenzar y están subiendo a las parejas de tributos en unos carros tirados por grupos de cuatro caballos. Los nuestros son negros carbón, unos animales magníficos que no necesitan guía porque supongo que saben el camino.
Nuestros estilistas nos llevan hasta nuestro carro y nos ayudan a subir. Nos arreglan con cuidado la postura del cuerpo y se apartan para admirar su trabajo y comentarlo entre ellos.
— ¿Que piensas? Del fuego, quiero decir — me susurra Katniss.
— Te arrancare la capa si tú me arrancas la mía — respondo.
— Trato hecho. Sé que le prometí a Haymitch que haría todo lo que nos dijeran, pero creo que no tuvo en cuenta este detalle. —
— Por cierto, ¿Dónde está? ¿No se supone que tiene que protegernos de este tipo de cosas? —
— Con todo ese alcohol dentro, no creo que sea buena idea tenerlo cerca cuando ardamos. —
Los dos nos echamos a reír sin razón aparente, quizás por los nervios no actuamos de manera racional.
Se oye la música de apertura que retumba a todo volumen por las calles del Capitolio. Unas puertas correderas se abren a las calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el Circulo de la ciudad, donde nos recibirán, tocaran el himno y nos conducirán hasta el Centro de Entrenamiento que será nuestra cárcel hasta que comiencen los juegos.
Los carros empiezan a salir, primero van los tributos del distrito uno, luego el dos y así sucesivamente hasta que llega nuestro turno. Antes de salir a las calles Cinna se acerca a nosotros con una antorcha encendida.
— Allá vamos — Dice y nos prende fuego sin esperar una respuesta. Katniss ahoga un grito y yo espero el calor del fuego pero solo siento un cosquilleo. Luego Cinna suspira y dice: — Funciona — después le levanta la barbilla a Katniss y le dice: — Recuerda, la cabeza alta. Sonríe. ¡Te van a adorar! —
Cinna se baja del carro de un salto y tiene una última idea.
Nos grita que nos tomemos de la mano dos veces y gesticula.
— ¿Qué dice? — me pregunta Katniss, me quedo admirando su rostro, apenas si tiene un poco de maquillaje y está resplandeciendo a causa de las llamas, quisiera darle un beso pero me obligó a salir de mi aturdimiento y con tomarla de la mano será suficiente o es más de lo que tendré.
— Creo que ha dicho que nos cojamos de la mano — respondo. Tomo su mano derecha con mi izquierda, ambos miramos a Cinna que asiente y levanta el pulgar.
Cuando salimos a la calle somos recibidos con gritos y vitoreos. — ¡Distrito doce! — Los habitantes del Capitolio se vuelven locos y todos no miran quitando su atención de los tres carros delante de nosotros.
Saludo con mi mano libre y sonrió a las personas, pero es Katniss quien se roba el show, todos gritan su nombre. Seguro que ahora tendrá al menos a una persona dispuesta a patrocinarla. Ella saluda y sonríe tirando besos de vez en cuando a la multitud que trata de atraparlos como si fueran algo real.
Entramos al Círculo de la ciudad y ella afloja un poco su agarre sobre mi mano y trata de soltarse pero yo la agarro con fuerza de nuevo. Sé que tendré que dejarla ir en algún momento pero no ahora así que digo la primera excusa que se me ocurre:
— No, no me sueltes. Por favor, puede que me caiga de esta cosa. —
— Vale — responde.
Así seguimos tomados de la mano. Todos los doce carros entran al Círculo de la ciudad y se detiene frente a la mansión del presidente Snow.
El presidente es un hombre bajo y delgado con el pelo blanco, nos da la bienvenida oficial desde el balcón que tenemos encima. Los carros recorren por última vez el Círculo para desaparecer en el centro de entrenamiento.
Las puertas se cierran y nos detenemos. Inmediatamente somos rodeados por nuestros equipos de preparación que nos alaban. Luego aparecen Cinna y Portia que nos ayudan a bajar del carro y apagan las llamas. Katniss se suelta de mi agarre y se masajea la mano, yo finjo hacer lo mismo porque la verdad estaba muy cómodo tomado de su mano.
— Gracias por sostenerme. No me sentía muy bien ahí arriba — Digo.
— No lo parecía. Te juro que ni me he dado cuenta. —
— Seguro que no le han prestado atención a nadie más que a ti. Deberías llevar llamas más a menudo, te sientan bien. — Digo para que no piense en mi pobre pretexto mientras le sonrió. Cuando estoy convencido de que ella se va a apartar de mí, se pone de puntillas y me da un beso en la mejilla. Todo lo demás desaparece para mí, solo pienso en el beso, ni el ascensor del Centro de Entrenamiento me distrae y no sé cómo termino en una habitación de lujo acostado en una cama. No estoy seguro de con que intenciones ella lo hizo pero para mí está claro y ya no puedo esperar para hablar con Haymitch, ojala este lo suficientemente sobrio para oírme.
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